sábado, 16 de abril de 2011

AUTOBOMBO


Llevo más de la mitad de mi vida asistiendo a recitales. Cuando tenía 14 años era difícil: por cuestiones económicas y de seguridad me perdí una buena cantidad de shows. A principios de la década pasada, la situación cambió bastante. En la segunda edición de Cosquín Rock éramos veinte personas en una misma casa, con algunas carpas instaladas en el patio. Por aquella época, uno acordaba encuentros con cierta facilidad.
Hoy tengo treinta años y casi no quedan rastros de aquellas caras conocidas de antaño. Muchos ni siquiera viven en la ciudad, varios tienen hijos, a algunos otros les perdí el rastro y desaparecieron de los lugares que solían frecuentar. En Hora cero, una vieja canción de los Cadillacs, Vicentico canta: "Todos mis hombres se han rendido menos uno". Cada vez que la escucho me siento representado. "Es la música lo que me da vida, pocas cosas llegan a tener tanta importancia", proclama Guillermo Bonetto en una especie de manifiesto al que adhiero plenamente.
¿A qué viene todo esto? En un plazo de doce días fui a ver seis shows: Etana, Los Umbanda, las dos jornadas del Festival Músicas del Mundo, León Gieco y la Falta & Resto. Cuatro de ellos fueron gratuitos, la jamaiquina tuvo entradas populares y en el caso restante estaba acreditado. La economía, para esta seguidilla particular, no fue un obstáculo. Pero con eso no alcanza. Es necesario tener ganas de ir, desdoblar el sueño, poner fuerza de voluntad para coordinar esas salidas con la actividad laboral de todos los días.
Es allí donde me decido a hacerme algo de autobombo. Tengo dos empleos regulares y el periodismo todavía es una práctica no rentada. Hay que tener ganas y poner voluntad para cubrir algunos y simplemente asistir en otros. De todos esos recitales saqué aspectos positivos para resaltar. En ningún momento me arrepentí de haber concurrido.
A esta altura, encontrar compañía es un hecho extraño. Con los años me acostumbré a la soledad en mis coberturas y rara vez converso con alguien. Si se puede mejor, pero si no hablo con nadie no importa. Mientras los shows me sigan provocando ansiedad, adrenalina y curiosidad, inquietud y sorpresa estaré presente. Se trata de estado físico y ganas de ver/escuchar. Nada más. Nada menos.

5 comentarios:

andres dijo...

A darle para adelante

estancarse, dejar de salir y hacer las cosas que a uno le gusta, es la manera mas cobarde de morirse de a poco...

Facundo Miño dijo...

Totalmente de acuerdo. El sábado pasado, por ejemplo, estuve viendo a la Cartelera. Pero fui en plan diversión relajada, sin planes de escribir. Por ahora aguanto y resisto.

fast dijo...

Me hiciste acordar a mis primeras experiencias por estas tierras, te acordas que vi skatalites solo? o la Vela? re loco, pero como vos decis...diferente... aunque se extranie a morir los viejos tiempos... que ya volveran!

Yo hago lo que puedo: Intentaremos, NTVG, Molotov, Che sudaka, y mas lejos pero con infinitas expectativas: guca..

que no decaiga!

Petra von Feuer dijo...

Yo me pasé mucho tiempo viendo shows sola. No iba a permitir que la falta de compañía me impidiera disfrutar de algo que tenía ganas de ver. Hace unos años, por suerte, tengo un novio al que puedo arrastrar a todas partes sin que se queje :P

Facundo Miño dijo...

Ando un tanto desmemoriado, no me acordaba que hubieras visto Skatalites. No creo que los viejos tiempos vuelvan, simplemente nos adaptaremos. Ud vaya y vea todo lo que pueda y quiera por la Europa que no se consigue todos los días. ¿Un Rototom no?
Mmm el bendito tema de las parejas que son arrastradas. Mi novia, que e año pasado fue mi ex y y hoy es otra vez mi novia, me acompañó muchas veces a distintos antros. Hoy ya ni se lo pido ni sugiero: si tiene ganas viene, si no tiene ganas no. Pero si va, lo hace por su cuenta y porque tiene ganas, no para acompañarme a mí.